Imprevistamente el mayor le tomó de las muñecas y le pegó al suelo de la cocina, posicionándose encima inmediatamente y sintiéndose inmovilizado contra el frío suelo, mirándole con un pequeño jadeo y preguntándose entonces si se habría enfadado por las palabras que le acababa de decir, cosas que ya mencionaron cuando estaban manteniendo relaciones, pero que ahora en frío bien que podrían haberle molestado. No era lo que deseaba, porque conocía perfectamente el carácter del mayor, y era bastante temible enfadado, pero había sido sincero, cosa que a fin de cuentas era lo que éste le había pedido que hiciera, más no podía hacer.
Aunque para su sorpresa el mayor estuvo de acuerdo con todo aquello, mordiéndole y lamiéndole los labios seguidamente, a lo que entrecerró un poco los ojos con una pequeña sonrisa y un jadeo, oyendo como seguía hablando y se consideraba suyo, al igual que le consideraba a él de su propiedad, cosa que ya tenía asumido y declarado de antemano. Seguidamente el mayor continuó mordiéndole los labios, succionándolos y besándole después con bastante intensidad, correspondiendo y moviendo sus muñecas aun inmovilizadas con deseos de abrazarle, moviendo su lengua de manera muy pasional para revolverse juguetonamente contra la del sargento, mordisqueándosela de vez en cuando, y también sus labios, mirándole en todo momento con los ojos entrecerrados y además alzando una pierna para rodearle las caderas a falta de poder mover sus brazos.
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