jueves, 29 de agosto de 2013

Se estaba riñendo a sí mismo por haber estado a punto de decirle... realmente no sabía que había estado a punto de decirle, tal vez por eso reaccionó y se avergonzó tanto, no sabía como se pedían ese tipo de cosa, y el caso es que pedirlo se le hacía un tanto vergonzoso. ¿Se habría dado cuenta de aquello Rivaille? Pensar que sí le hacía sentirse más nervioso, y sus mejillas se encontraban calientes, solo esperaba poder cambiar de tema y ya. Además, se sentía un tanto pervertido por desear tanto aquello, aunque siento un adolescente tal y como era podría decirse que era natural, seguramente muchos pensarían que había tardado demasiado en sentirse atraído por alguien de tal manera. 

Pero contra todo pronóstico éste le vuelve a pasar los brazos alrededor, abrazándole por la espalda, parpadeando con las mejillas muy rojas. Le oye hablar y traga saliva, al parecer se dio cuenta de que no dijo lo que estaba pasando realmente por su cabeza, pero el caso es que se encontraba en blanco sin saber que decirle. Los dedos de éste acarician sus labios, estremeciéndose ante el tacto, tragando en seco y quedándose en silencio. Entonces éste le gira de manera brusca, mirándole con la misma expresión, parpadeando en silencio y dejando que éste le cargara, para su verguenza, abrazándole con las piernas alrededor de su cintura y al ver que era lo que éste pretendía.

Éste se sentó y quedó sentado a su vez entre sus piernas, jadeando levemente entre nervios y ansias. Éste le preguntó si deseaba que le ordenara, aunque más parecía que lo estaba afirmando, pero no sabía que decirle, por dios, de verdad que estaba en blanco, simplemente le miraba fijamente, aquellos ojos tan fieros. No contestó, pero éste había vuelto a acariciar sus labios y los entreabrió un poco, sacando la lengua y lamiéndoselos lentamente, sin dejar de verle a los ojos, sofocado, deslizando una de sus manos por uno de los hombros de éste.

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