Rivaille deseaba que no se reprimiera, que se dejara llevar, deseaba sentir todo su deseo, y eso era lo que estaba haciendo, tampoco era sencillo reprimirse cuando todos sus sentidos se hallaban deseosos de sentirle, cuando su cuerpo clamaba por más caricias y más contacto con el otro, y cuando incluso su mente misma, que todo el tiempo le trataba de convencer de que eso estaba mal, ahora se encontraba consciente de lo mucho que deseaba aquello y que sería imbécil dejarlo pasar sin aprovecharlo todo lo que pudiera. No siempre se tenía a alguien así, tan deseable, haciéndole sentirse en el paraíso e instándole a que se dejara llevar, se dejaría llevar, él era alguien que se dejaba llevar mucho por sus emociones, y en ese caso no iba a ser una excepción. Vuelve a sentirse bien y satisfecho cuando le comenta lo bien que estaba haciendo eso, aun siendo inexperto, a fin de cuentas era alguien que aprendía rápido, y más con algo así que disfrutaba tanto, y que éste lo dijera era que de verdad le estaba gustando mucho lo que hacía, no era de los que dirían otra cosa.
Se tensó y le miró con lo ojos bastante abiertos cuando de improviso sintió que éste le acariciaba la entrada con los dedos, dándose cuenta de que éste pensaba llegar hasta el final, y se percató en ese instante que le tocaba ser pasivo, ¿y qué era lo que había pensado al respecto? Estaba claro que aquello desde un principio acabaría de ese modo, entraron en un punto sin retorno, e igual el mayor era demasiado dominante como para esperar otra cosa de las posiciones que tomarían. ¿Pero le importaba? No, él mismo había llegado a ese punto sin retorno donde ya no deseaba otra cosa que estar ahí con él y llegar hasta donde el mayor deseara llegar. Se intentó relajarse, respirando hondamente y mirando el rostro de éste, tratando de centrarse en el deseo que sentía. Oyó sus palabras, pero no dijo nada porque éste le metió las yemas de los dedos, haciendo que se aferrara a las sábanas y cerrara lo ojos, respirando hondo y preparándose para lo que no tardó en venir cuando éste metió enteramente los dedos en su interior, emitiendo un quejido dolorido ante la sensación, jadeando y abriendo los ojos para verle mientras le escuchaba hablar sin dejar de detener sus acciones, ahora metiendo y sacando los dedos de su interior. Dolía, pero no iba a decirle nada al respecto, aguantaría lo que sea, y de todas formas éste ya sabía que era doloroso.
No contesto, no todavía, contestó al beso con la misma forma pasional y desenfrenada, quitando las piernas de alrededor de sus caderas, moviendo sus caderas con energía, tratando de ayudar a general aquellos roces tan placenteros entre sus hombrías, apartándose de sus labios para verle a los ojos sin detenerse ni un momento, le era imposible dejar de mover su cuerpo en todo momento, en busca de placer. -Sargento Rivaille... soy suyo...- susurró, no simplemente por complacerle, deslizando las manos por la espalda de éste nuevamente y luego clavándole los dedos. -Soy completamente suyo, todo...- murmuró entre jadeos, y en algún momento aquellos dedos clavándose en su interior dejaron de doler como hace un momento. -Le pertenezco solo a usted...- se mordió los labios y cerró los ojos ladeando la cabeza, gimiendo placenteramente, sus dedos habían creado un roce inesperado en algún punto que debía ser especialmente sensible, y en consecuencia movió sus caderas un poco con ansias de ver a sentir ese roce.
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