jueves, 15 de agosto de 2013

Me sentía.... ¿frustrado? ¿Qué demonios había acabado de ocurrir? Me lo preguntaba a mí mismo una vez fuera de ahí. Estúpido polvo, estúpida suciedad, estúpido desorden, estúpidos muebles quebradizos, estúpido Eren... Mejor me pongo a retomar la limpieza y el órden cuanto antes. Tengo que alejar tales pensmaientos inverosímiles de mi cabeza y seguirla manteniendo tan fría y clara como de costumbre. Todos dependen de ello. Con esmero me dedico a hacer como pensé y contunué realizando las labores de limpieza y organización hasta que quedase exhausto, hambriento y se hiciera de noche y fuera mejor ir a comer. Sí, lo mejor sería ni siquiera perder el tiempo en inspeccionar nada acerca de la limpieza por hoy, ya mañana vería esos por menores. Mejor es ir a comer. Antes fui a lavarme las manos y la cara como corresponde, tras lo cual ingreso al comedor.

Ahí el ambiente estaba tan "normal" como de costumbre... la anormal hablando de sus "preciosos" experimentos, esos titanes a los cuales incluso nombró. Le hablaba a él, le debe tener mareado y si no lo tiene tarde o temprano lo hará. Entro e intento ni siquiera dirigirle la mirada, tras lo cual me siento sin decir una sola palabra y comienzo a comer. Pero debía cortar el ambiente con alguna palabra en algún momento. Entonces es cuando escucho cuchicheos de los demás diciendo que estoy "raro". Es entonces cuando me lo dice directamente ese idiota de Erwin como buscándome conversación. Pongo mala cara y azoté la mesa con un golpe sin perder mi perfecta postura o elegancia.
- ¿Decías algo? - Le trato como si fuera un indiota y se calma diciendo "cielos..." y murmura que estoy igual que siempre después de todo.
- Claro que lo estoy, ¿por qué no debería estarlo? - Parto un trozo de pan y lo levo a mi boca alimentándome con este e intento calmarme y lucir lo más sereno posible.
- Espero que hayan hecho el trabajo de limpieza con excelencia o mañana no harán otra cosa hasta que vea mi rostro reflejarse en cada cosa a la que voltée a mirar. - Dije sécamente percatándome de que evitaba a toda costa reconocer siquiera que Eren se encuentra aquí o existe, al menos hasta que este día pase.

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