miércoles, 28 de agosto de 2013

Me sentí realmente feliz por nuestra complicidad ante tales sentimientos y sobre todo por nuestra sinceridad, aunque yo no era sincero del todo, pero quizás era mejor no serlo. Eren me quiere y es mío, es lo que más importa ahora.

Al parecer pasaron las horas y logré descansar sin despertar hasta que llegó el amanecer y la fuerte luz avisase un nuevo día. Entonces al abrir mis ojos la dulce imagen de Eren los acariciaba. En ese momento pensaba que no importaban deberes, trabajo, limpieza o nada, solo este momento, y deseaba que los demás no regresasen.

Me quedé así con Eren simplemente descansando a su lado de forma muy relajada, tanto que volví a cerrar los ojos sin desear que despertase, porque tal cosa significaba que ya no le podría tener así, y quería tenerle así cuanto pudiese, con mis brazos rodeandole y muy cerca de mí, sintiendo su calor, su dulzura, su suavidad.

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