Le tocaba cuando podía de aquella manera, le gustaba sentirle de aquella manera, poder acariciarle y sentirle de todas las formas que fueran posible, y se daba cuenta más que nunca de hasta que punto deseaba a ese hombre, nunca le había pasado algo así, y ahora que experimentaba aquellas sensaciones tenía totalmente claro que deseaba continuar con toda aquella odisea todo el tiempo que fuera posible. No permitiría que éste le dejara de lado, quería estar con éste, deseaba conseguirlo, y lo conseguiría, porque igualmente que le deseaba también se sentía totalmente deseado. Bastaba ver aquella fuerte mirada y ya se sentía desnudado desatado, corrompido totalmente en cuerpo y alma, y cuanto agradecía que hubiera actuado de aquella manera cuando aquellas serpientes le mordieron.
Le oyó responderle a su pregunta sobre si lo estaba disfrutando, claro que ya sabía que lo disfrutaba, tendría que ser idiota para realmente dudarlo, pero deseaba tanto oírle decirlo, con aquella voz varonil y excitante, y con ese tono de placer que le delataba. Y la respuesta le complació más de lo que se hubiera esperado, mordiéndose ligeramente el labio inferior, jadeando y gimiendo inevitablemente, aunque lo cierto es que en ese momento no quería evitarlo tampoco, estaban solos, el uno con el otro, nadie ni remotamente cerca, estaban disfrutando de aquella intimidad tan deliciosa.
Ambos se besan intenso y pasionalmente, doliéndole un poco los labios de esa manera, pero gustándole de todas formas. Éste volvió a hablar, y sus palabras le encendieron enormemente, ese hombre era como un volcán, y eso que al principio le apreció tan frío, y podía ser tan sumamente ardiente que sentía que le quemaba, que le abrasaba fuertemente. -Hágalo- susurró dejándose morder los labios y oyendo su petición de que le mordiera, mirándole a los ojos entre gemidos, empujándole de pronto, haciendo que soltara su miembro y saliera de su interior. Suspiró jadeando fuertemente y se sentó sobre las caderas de éste, agarrándole del cabello de forma algo brusca y uniendo sus labios de una forma fuerte y casi violenta, mordiendo los labios de éste con fuerza, no sin pasarse del todo, pero si sintiendo aquel sabor a sangre de su sargento que le supo tan sabroso, apartándose de sus labios un momento para lamerle un hilillo de sangre que corría por su mentón. -Soy suyo...- susurró acariciando el miembro de éste y dirigiéndolo a su entrada, penetrándose de golpe con un intenso gemido de placer que retumbó en la cocina entera. -Y usted... e-es mío- masculló entre gemidos, empezando a moverse bruscamente en su interior, buscando hacerlo muy profundo, rápido y fuerte, aunque detuvo unos segundos sus acciones para dirigir las manos de éste a sus nalgas y hacer que se las apretara, soltándole y pasando los brazos alrededor de su cuello mientras le cabalgaba y volvía a unir sus labios para volver a mordérselos, ahogando los gemidos en su boca, pero siendo sonoro a pesar de ellos en sonidos amortiguados de placer.
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