viernes, 16 de agosto de 2013

Le miró sin entenderle en lo más mínimo, aunque realmente no creía poder llegar a entenderle realmente, era un hombre demasiado hermético, inexpresivo, era imposible para él determinar que podía llegar a estar pasando pro aquella mente. -¿Qué?- preguntó sin entender lo de comprobar si todo iba bien con él, aunque su mente se puso completamente en blanco cuando le añadió lo de su cuerpo, y más que aquella palabra fue notarle detrás, sentir el susurro en su oído, que le hizo sentir el aliento de éste directamente sobre su oreja, tan cálido en comparación a su personalidad fría. Aunque ahora que lo pensaba, sus labios también eran cálidos y suaves, firmes, no creía que los labios de una chica pudieran ser tan firmes como los de aquel hombre y... ¡¿Qué diablos estaba pensando ahora?! Enrojeció bruscamente, estremeciéndose de pies a cabeza y quedándose quieto y tenso, quedándose dócil ante éste, dejándole hacer para que no se enfadara. -Y-yo... estoy bien, señor- susurró notando como le abría la camisa, presentando unas mejillas muy rojas sin entender a donde quería ir a parar éste, si fuera a convertirse en titan se notaria mucho, no era necesario aquello.

Seguido de eso el mayor se aparta y le mira de aquella manera tan habitual, devolviéndole la mirada sin apartarla, con aire confuso. -¿Por ahora?- preguntó viendo como éste le liberaba de aquellas cadenas, poniéndose en pie y alejándose de espalda, aun con las mejillas rojas y confuso consigo mismo, hace un momento se había recreado más de la cuenta ante el pensamientos de aquellos labios, era mejor no seguir por aquellos terrenos. -¡Sí, señor!- dijo con energía cuando éste le aconsejó comer bien, vaticinando que iba a ser un día duro, cosa que no le extrañaba viniendo de éste y sobre todo contando con que en ese momento estaban solo en aquella guarida. 

Le vio marcharse y suspiró, aseándose y arreglándose para el trabajo antes de entrar al comedor, saludando a su sargento al verle y entrando a la cocina para llevar el desayuno para ambos, sentándose en la otra punta de la mesa para tomar silenciosamente su desayuno, no se veía con ganas de decir nada.

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