viernes, 16 de agosto de 2013

Al poco tiempo de el incidente anterior Eren ingresa al comedor y tras ello nos sirve el desayuno a ambos. El silencio no es incomodo para agluien como yo, pero justo ahora sentía que me ahogaba.
- Iremos a las mazmorras a limpiar, debe haber sabandijas de todo tipo escondiéndose ahí. Y un sin número de suciedad que limpiar... Será un trabajo árduo... - Comenté comiendo mis alimentos con despreocupación hasta acabar, llevar lo mío a lavar y esperar a que Eren hiciera lo mismo, aunque acabé haciéndolo yo porque pensaba que acabaría pronto y lo haría con mayor cuidado. Tras eso vamos a las mazmorras a hacer tal y como le había dicho, y tal y como le había dicho el lugar era un verdadero asco...
- Tomaremos el mismo sítio para avanzar e ir a la par. Tu ese extremo y yo este. Hazlo bien que no te quitaré los ojos de encima aunque lo parezca. - Le advertí antes de comenzar.

Llevábamos horas limpiando y habían salido desde arácnidos, lagartos y lagartijas hasta ratoncitos y ratas. Pero solo consideraba que estabamos empezando y que podía salir cualquier tipo de alimaña. Mientras yo trapeaba el piso y pared de mi extremo y enjuagaba y cambiaba el agua Eren hacía lo mismo en el suyo. Nuestras miradas se topaban ocasionalmente y en un momento determinado vi una enórme víbora de cascabel enroscada desde la parte superior de una de las estanterías ir a atacar a Eren. De modo que me aproximé para eliminarla lográndolo con éxito, pero para mi sorpresa había un pequeño nido de serpientes y aunque me apresuré a eliminar a sus crías, una de ellas estaba rozando la oreja de Eren y al intentarla tomar con rapidés para que no le picase y sin usar otra cosa que mi mano para que no le fuese a cortar parte de la oreja o algo más al chico, esta me logró morder. Era chica, pero ese no era el problema, era que otra más abajo aprovechó para hacer lo mismo justo en ese momento, y no era tan chica como la anterior. Solo que al haber soltado su veneno ya era inofensiva, pero yo no podía la extremidad donde mordió la última víbora y se me había adormecido parte del brazo donde mordió la más chica. Aún así, con el brazo y la pierna que aún estaban bien los liquidé desplomándome de inmediato al suelo sin poder evitarlo.

 - Mierda... - Intenté moverme, pero era inútil, eso me encabronaba. Finalmente sabía que no me quedaba otra opción que recurrir a Eren por esta ocasión aunque detestase admitirlo.
- !Eren! - Le llamé con autoridad.
- Llevame a la cama de inmediato. - Ni siquiera me había percatado del modo tan cercano en el que me dirigía a él en esos momentos. O quizás sí e intentaba hacerlo como parte de una cortesía hacia él.

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