La verdad era que mejor que estar en compañía, más bien era mejor estar en SU compañía. Me gustaba ese tono especialmente carmesí que adquirían sus meillas ocasionalmente, lo hace lucir muy... dulce. Me doy cuenta de forma más concienzuda que soy del tipo d epersonas que les va más consolar que ser consolados, eso me hace sentir útil y es una de las razones por las que hago lo que hago. Pero con Eren se sentía extrañamente sobrecogedora tal sensación. Sabía que para nada se debía a que estabamos solos, es decir, no me importaba realmente estarlo, aquello lo dije porque sonaba más lógico para la ocasión y era una forma de acercarme a él e intentar conocerle realmente.
Tal y como se lo pido mete sus manos dentro de mis bolsillos rebuscando hasta dar con las cartas, pero mientras lo hizo yo me quedé observándolo. Su cercanía, su cuello luciendo tan... extrañamente apetecible... Me gustaba su olor suave a muchacho. Es que todo era muy dulce reapecto a Eren, su apariencia, su olor, su contácto, su piel, sus labios... ¿En qué pensaba? Daba igual, pues ante su mención de que era mejor no apostar no pude evitar sino pensar que apostar era precisamente una tontería que quería hacer justo ahora.
- Vamos, ¿no me digas que temes perder ante mí? Si ganas te doblaré la paga de la próxima misión, va por mi cuenta, y si pierdes harás lo que yo diga sin cuestionarlo. - Le miré a los ojos, esos ojos tan verdes e intensos capaces de desatar la ira de un titan e incluso otras inimaginables incluso para mí, como las de poseérlo completamente en espíritu. Al menso eso me decía a mí mismo.
- Sea lo que sea. - Agregué mientars le vi barajando las cartas.
- Hagamos la partida interesante. Ante cada mano que se pierda nos quitaremos alguna pieza de ropa. - Me intentaba convencer a mí mismo de que esto lo hacía para provarlo y medir cuan lejos era capáz de llegar dejándose llevar por mí.
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