Éste le confirma que nadie se iba a enterar, ¿pero acaso moralmente no estaba mal? Eran dos hombre, y aunque dejara ese hecho de lado estaba que Rivaille era su sargento, que ambos estaban en el escuadrón de reconocimiento y eso no era profesional. Aunque ahora que lo pensaba, sabía de relaciones entre compañeros que no eran nada malo, porque fueran entre hombre y mujer, tal vez le estaba dando demasiadas vueltas al asunto. Le costaba pensar con claridad cuando tenía a éste devorando prácticamente su pezón, era tan condenadamente excitante todo, y le tentaba cada vez de un modo tan brusco que sabía que si no salía del mayor no haría nada por detener aquello, no quería detenerlo, ya pensaría después en las consecuencias, ahora solo deseaba disfrutar de aquella manera. -N-no, nadie...- susurro. -No diría nada...- que vergonzoso sería realmente que todos se enteraran que se acostó con el sargento, no porque fuera vergonzoso que fuera Rivaille en sí, pues era admirable, valiente, deseable, cosa que descubrió más tarde, sino por el hecho de que era su superior y era... raro todo.
Se avergüenza cuando éste continua con aquellas palabras que eran la pura verdad, estaba muy caliente y excitado, no era algo que se pudiera disimular en un momento así, se encontraba entregándose completamente a éste, gimiendo ante sus caricias y sus besos, endurecido, jadeante y sudoroso, mostrándose ansioso y deseoso de más. -Si...- respondió luego de que éste mordiera su labio, correspondiendo intensamente a su beso, succionando la lengua ajena y mordiéndosela incluso, apartándose de su boca cuando éste le tumbó sobre la cama, viéndole encima de su cuerpo y dándose cuenta realmente de cuanto estaba a su merced, ¿pero le importaba acaso? No.
Cierra los ojos entre gemidos mientras le siente besar su cuerpo, dejándose hacer y abriendo los ojos cuando éste le pidió que se dejara llevar, no iba a ser quien le llevara la contraria, era lo que más deseaba, alzando las piernas y rodeando las caderas de éste, moviendo lentamente su cintura para provocar roces entre sus miembros, buscando pegarlos lo más posible. Sus manos entre tanto se deslizaban, una por la espalda de éste, arañando su piel levemente, y la otra acariciaba su pecho, deteniendo sus dedos en uno de los pezones de éste, acariciándoselo y pellizcándolos con la yema de los dedos de forma similar con la que éste le tocó hace un rato. -Sargento...- susurró muy placenteramente, moviendo con más ganas sus caderas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario