jueves, 29 de agosto de 2013

Cuando éste le entrega sus platos los coges para enjabonarlos y aclararlos, y entonces se sobresalta cuando éste pasa los brazos alrededor de su cuerpo y le ayuda a lavarlos, sintiendo el roce de sus dedos y estremeciéndose tanto que está a punto de caérsele un vaso al suelo, evitándolo y tragando saliva mientras nuevamente el corazón comenzaba a bombear fuertemente en su pecho, tratando de traquilizarse sencillamente. Le oyó hablar, pero le entendió a medias por como se sentía en ese momento, hasta que no aguantó más y se giró de pronto, quedándose cara a cara con éste, mirándole con las mejillas rojas y entreabriendo los labios para hablar, aunque no sabía que decir realmente, por lo que se quedó unos largos segundos en silencio, simplemente observando aquellos ojos tan perturbadoramente intensos. -Sargento Rivaille...- susurró en voz baja, mordiéndose ligeramente el labio inferior y acercándose un poco al rostro de éste mientras cerraba poco a poco los ojos. -Quiero...- susurró suave. -Deseo...- corrigió con un suspiro, mientras rozaba un poco los labios de éste.

Hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y diciendo, enrojeciendo hasta las orejas y apartándose de sus labios de golpe, ¿qué era lo que estaba haciendo? -D-deseo más café- dijo nervioso, corrigiendo lo que acababa de hacer muy nervioso, acercándose a la carra y sirviéndose en un vaso para darle un trago, sin saber que clase de arrebato había sufrido para acercarse de aquella manera a éste y haber estado a punto de decirle algo tan vergonzoso como que deseaba volver a acostarse con él. -¿Qué quiere que empiece a limpiar antes?- preguntó con tono nervioso.

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