martes, 27 de agosto de 2013

Asintió con la cabeza cuando éste le comentó como sería la ensalada, pensando que podría ayudarle a cortar entonces la lechuga. Realmente no tenía ni idea de cocina, nunca había tenido que cocinar él, bueno, alguna vez sí, y no es que le saliera bien precisamente lo preparado, en casa eran su madre y Mikasa las que se dedicaban de aquellas cosas. Luego, al no tener hogar, vivían de la comida que les daban, y más tarde comían con todos los demás en las cocinas para los aspirantes a soldados. Aunque estaba dispuesto a ayudar al sargento, no es que le hubiera mandado nada complicado, si hubiera tenido que cocinar él todo si hubiera sido algo caótico. -Está bien, prepararé las bebidas- murmuró con el tono desanimado, aunque firme, asintiendo con la cabeza. La verdad es que tenía que tener cuidado con Rivaille pese a lo sucedido, más con eso, de hecho, era alguien temible, y no quería molestarle con sus tonterías, así que debía sencillamente olvidarlo todo, ¿no? O al menos fingir que lo había olvidado, pues no le sería fácil olvidar algo como aquello. 

En ese momento el sargento se puso detrás y se tensó al sentir que pasaba los brazos para coger el cuchillo que tenía en su mano, estremeciéndose ante el roce de sus dedos, y más al sentir la respiración de ese sobre su nuca, el contacto con sus labios y nariz incluso, enrojeciendo de forma evidente y sintiéndose nervioso, ¿no podía haberle pedido el cuchillo sin más? Trago saliva y dejó que tomara el cuchillo sin moverse de como estaba, cerrando los ojos, la sensación de tenerle cerca era perturbadora, embriagador y confuso, deseando que le tocara de una manera más firme. ¿Pero qué estaba pensando ahora? Eso no era lo que debía pensar, debía moderarse, era tan indebido que viera al sargento de aquella forma, o lo peor era que sencillamente le deseara de aquella manera. -Debería... p-preparar las bebidas- dijo nervioso y dándole la vuelta, mala idea, porque ahora le tenía de frente e igual de cerca, mirándole desde arriba ya que era algo más alto, quedándose en blanco ante su cercanía.

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