viernes, 16 de agosto de 2013

Al fin acaba la cena y puedo largarme. Debía admitirlo aunque no quería, estaba demasiado tenso. Reaccionaba ante el mínimo "estímulo" y me tomaba las cosas muy mal. No era de disculparme fácilmante, pero le ofrecí una disculpa a Erwin y dijo que todo estaba bien y que dejara de ser tan obsesivo en la limpieza, que ya con el trabajo era suficiente, me dio unas palmaditas en el hombro y se fue a hacer guardia nocturna. Entonces recordé que había especificado que me encargaría de mantenerle extremadamente vigilado a Eren y eso significaba que dormiríamos solos en la misma habitación y bajo llave por si intentaba huir. Ya decidiría si debía ser encadenado. Aunque luego de lo ocurrido esperaba poder simplemente relajárme y olvidar cuanto antes aquél accidentado incidente. Pero ahora que debía verlo y pensar en estas cosas me empezaba a dar cuenta cunato se me estaba dificultando.

Entro a la habitación y le veo ahí, acostado deslizándo sus dedos por sus labios para luego dejarlos abandonados a ambos costados de la cama. No pude evitar preguntarme en qué de estaría pensando en esos momentos y recordar a la vez que conocía perfectamente bien el modo en el que se sienten tales labios, y tal cuerpo. Tal noción de esa realidad me hizo notar que Eren es un chico que no está mal, sus ojos verdes son realmente intensos y su cuerpo está muy bien formado. Me molestaba ser consiente de estas cosas que de no haber ocurrido lo que ocurrió nisiquiera hubiese notado de seguro.

Me le quedé mirándo mientras pensaba en ello y fui a acostarme a la cama contigua a la suya tras haberme retirado la armadura y haberme descalzado apropiadamente quedando en una simple camiseta blanca y un pantalón largo y fresco, ambas telas en algodón. Me había cambiado justo ahí sin reparos, pues daba lo mismo eso en el ejército, en especial entre compañeros del mismo sexo, y sobre todo cuando ni siquiera era específicamente eso en nuestra situación. Además, Eren de seguro ni me veía. Sin mebargo yo no podía dejar de mirárle a él. Daba lo mismo, debía mantenerlo muy bien vigilado y era la única forma, no era por nada más... Al menos eso me repetía una vez acostado y mirándole.

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