martes, 20 de agosto de 2013

Seguía encima de este aunque su cabeza le pedía que se pusiera en pie y se alejara de su cuerpo, pero extrañamente le costaba demasiado moverse y coordinarse, se sentía tembloroso e nervioso, había sentido nuevamente el tacto de aquellos labios y la verdad es que no le habría desagradado, aunque procuró que sus propios labios se rozaran lo mínimo. No entendía la razón de todo aquello y de porque el mayor le había pedido algo semejante, es que de verdad que por mucho que pensara en ello no encontraba un motivo lógico para su comportamiento. Aunque finalmente no pudo más y se apartó, porque no quería herirle así y no creía que de verdad lo hubiera pedido en serio... ¿no? No por estar de broma, tal vez por ponerle a prueba o algo así. 


Se le queda mirando con duda y éste le descubre lentamente un hombro, sorprendiéndose ante dicha acción y tragando saliva, parpadeando y mirándole a los ojos. -¿Sargento?- preguntó en voz baja, y entonces éste le descubre el otro hombro, sorprendiéndose y mirando aquella mano. -¿Desde cuando puede moverse?- preguntó sorprendido ante aquello, aunque le volvió a mirar nervioso, ¿por qué le desnudaba más de lo que estaba? -Pero...- sus palabras le hicieron sentirse asustado, ¿de verdad quería que le mordiera tanto? Entrecerró los ojos nervioso y sintiéndose demasiado acalorado de pronto cuando éste mordió sus labios. Y además siguió hablando evidenciando molestia, eso no tenía sentido.


Iba a reprocharle sus palabras, pero no pudo porque éste metió su lengua en su boca, haciéndole enrojecer de forma más violenta y abrir mucho sus ojos sin creerse la situación. Se quedó estático y sin poder reaccionar mientras éste movía la lengua en el interior de su boca, sintiendo miles de sensaciones a la vez que le hicieron darse cuenta de que aquello no le desagradaba. En algún momento cerró los ojos, casi sin darse cuenta de nada, y su cuerpo se hizo un poco adelante, moviendo finalmente su propia lengua mientras sentía el roce de la contraria. No sabía que hacía, de pensarlo tampoco sabría que hacer, pero aquel húmedo músculo se movió por puro instinto en busca de rozarse con la ajena. 

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