Aquello que hacíamos era tan intenso, apasionado, vibrante que sentía que podría perder la cordura en cualquier instante. Me preguntaba, ¿Cómo era que Eren me lograba enloquecer? Y más siendo yo quien inició todo esto aunque fuese por accidente la primera vez. Pero ahora esto era más caliente que cualquier infierno, de ese modo me sentía y le sentía.
Lame mis labios tras responder de manera afirmativa, una vez más, tras lo cual comienza a saltar sobre mí luego de antes habermre mostrado la inmensidad de sus enormes y expresivos espejos verdes que son sus ojos y mirar.
- Me excita que me mires, me ecitan tus ojos Eren.... - No, realmente no solamente me exitaban, había algo más, pero no deseaba pensarlo y solo quería sentirlo. Me gustaba verlo, me gustaba el modo en el que sentía vibrar todo su cuerpo dentro y fuera con intensidad. Me gustaba como su sexo se sentía tan duro y palpitante frotándose contra mi abdomen mientras me cabalgaba como si no hubiera un mañana más que nos aguardase pro vivir.
Me dice que le gusta, que le gusta tenerme dentro y que lo hago muy bien, que se lo hago muy bien. Tal cosa me resultó tan inesperadamente excitante como me generaba inseguridad. Pero d enuevo, no iba a detenerme a pensa ren ello fuesen las razones que fuesen. Ahora Eren está siendo mío y le haré sentirme con toda la intensidad que eso conlleve y que cumpla con cualquier peticion que yo le haga,. sea la que sea.
- Adoro tu cuerpo Eren, eres tan caliente... - Jadeaba sofocadamente sintiendo el ardiente roce y frote de nuestras lenguas que no paraban de lamerse mientras hablabamos. Entonces solté una de sus nalgas y llevé esa mano entre ambos abdómentes para poderle masturbar y disfrutar de su rostro de placer completo, procurando acariciar bien su glande.
- Pronto me harás correr Eren... - Le cogía bien de su nalga con mi otra mano, estrujándosela y mordiéndome los labios.
- dime que quieres que me corra dentro de ti y te llene hasta con mi última gota... Mh! - Ya casi no podría resistirlo, podía sentirlo, la vista se me comenzaba a nublar, se avecinaba un trememdo orgasmo, de modo que intentando que Eren estuviese tan cerca como yo, retorcí su miembro un poco y devoré sus labios a mordidas, lamidas y succiones ayudandole a cabalgarme aferrandole y moviendole con aquella mano en su redonda, suave y firme nalga que levemente nalgueé en medio de un torbellino de placer.
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